jueves, 6 de noviembre de 2014


ANOCHE TUVE UN SUEÑO
Del discurso de Martin Luthero King

      Anoche tuve un sueño, soñaba que iba a pintar una acuarela muy especial, la mejor que había realizado, lo tenía todo muy claro, el lugar, el ambiente, el punto de vista, los colores, el enfoque, en fin que iba a ser la maravilla del siglo.
     Me instalo en el lugar soñado, lugar que ya había pintado en otras ocasiones, por eso lo tenía todo tan claro.
      Y empiezan los problemas, en mi sueño no había contado con que el tema lo había pintado en primavera y en esta ocasión era pleno verano, el sol no daba justamente en el lugar apetecido, bueno, era cuestión de buscar una sombra, la encuentro pero me cambia el punto de vista que tenía in mente, no pasa nada, uno ya lleva muchos años pintando y la experiencia lo es el todo, ya me apañaré.
     Trazo el dibujo, escueto, simple, solo las líneas principales y empieza la gran aventura del color, a las primeras pinceladas me percato de que el papel que he traído no es el más adecuado para el tema, demasiado grano, el tema requería un papel más alisado, que más da, sigo adelante, con mi experiencia pienso que esto es “pecata minuta” superaré las dificultades, el sueño todavía permanece en mi mente, conforme avanzo en la pintura el sueño se va diluyendo convirtiéndose en nebulosa, pero que no cunda el pánico, no es exactamente el sueño, pero se va pareciendo, no obstante un cierto regustillo a descontento empieza a invadirme, ya me estoy apartando de la idea soñada mas aún falta darla por acabada y podré juzgarla con más causa..
      Acabada no está mal, pero no deja de ser una más de las que he pintado…pero satisfecho, satisfecho, pues no, en el estómago el el hormigueo del descontento iba en aumento.
     La contemplo en el estudio y lo que me temía se cumple, el sueño se ha convertido en pesadilla, cualquier parecido con lo soñado es pura entelequia, hasta tal punto estoy descontento que la paella de aquel domingo me parece un simple engrudo de empapelar.
    Así pues la gran acuarela queda guardada, tirada mejor dicho junto a las otras en el cajón de los desechos.
     Y allí quedo archivada un tiempo, no se, dos, tres meses o quizá más, no lo tenía fechada, repasando la colección de acuarelas archivadas me llama la atención y recuerdo el disgusto que tuve al verla en casa, la miro y la remiro y pienso que no está nada mal hasta creo que se merece que le coloque un paspartout, ¡Que cambio, con el margen blanco gana muchos enteros, ya no me siento tan frustrado! No obstante todavía hay algo que me recuerda que no tiene ningún parecido con mi sueño, pero ha pasado el tiempo y el sueño se va diluyendo convirtiéndose en nebulosa, Vuelvo a guardarla ahora ya con las acuarelas dignas de que se vean.
     Y así pasa el tiempo, no se cuanto, puede que hasta años, hasta que un día me proponen participar en un concurso en exposición colectiva, precisamente de aquel tema, no muy convencido la busco en el archivo esperando que sirva a las premisas de la convocatoria, no tenía tiempo para repetirla, así que a pesar mío recurro a ella, lo importante es participar, me dije, espero quedar en buen lugar.
   Al volverla a contemplar quedé como el que ve visiones, parecía como si en el archivo se hubiese producido una transformación milagrosa y que por generación espontánea se había producido un cambio tan radical, ¡Hasta me parecía que era la primera vez que la veía. Entusiasmado busco un marco apropiado, quedo muy satisfecho y la presento a la convocatoria.
    No fue la mejor ni la peor del certamen, pero si que obtuvo una buena acogida y fueron muy elogiosos los comentarios.
    ¿Y para eso tanto rollo? Pues sí era necesario, tengo que explicar porque se produjo esta trasformación.
     En algún comentario anterior digo que no es lo mismo ver que mirar, en mi sueño veía,al pintar la acuarela solo miraba y naturalmente lo que miraba no se parecía en nada a lo que había visto o soñado.
   Cuando se pinta al natural el campo visual se agranda, no sabes donde empieza ni donde acaba  tanta amplitud te deja casi sin respiración, la luz invade todo, el color te deslumbra y todas las ideas preconcebidas que llevabas a cuestas se van al garete y acabas pintado lo que sabes, o sea como siempre, pero vaya, no estás descontento la cosa va marchando, es cuando acabas, recoges los trastos y te queda en el espíritu un desencanto como cuando en un día festivo acaba la fiesta y no se han cumplido tus deseos, te queda la sensación de que falta algo, el remate.
   Cuando llegas casa y miras lo que has pintado te sientes más desilusionado, es natural, en casa ya no tienes la luminosidad del natural, ves la pintura oscura, sin luz y es cuando decepcionado la dejas en el archivo. Otra vez será, piensas,
    Y hasta la comida dominical te cae como una masa en el estómago.
   Este relato es real, lo he vivido personalmente varias veces y me sirve para aconsejar a los compañeros que es lógico no estar contento con lo que se hace, mientras la decepción exista quiere decir que se avanza.










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